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Olvidos históricos


Camille Claudel, por Auguste Rodin

Las ideas que no prosperan en sociedad son como ramas de un árbol que no continúan su desarrollo natural. El árbol crece en otras direcciones y, tal vez más adelante, aquella idea rebrota en forma de nueva rama, pudiendo o no llegar a cumplir el ciclo vital hasta dar su fruto.

Según esa metáfora, el árbol de la historia humana está lleno de ideas que llegaron a ver la luz de su época pero que fueron rápidamente devueltas a las tinieblas por los paradigmas imperantes. Se tiende a interpretar que las conquistas son irreversibles; sin embargo, después de cierto tiempo se descubre que la resistencia al cambio adopta una nueva forma, más sutil, que le permite perpetuar el orden vigente.

Ese es el caso de la esclavitud: oficialmente abolida desde hace aproximadamente un siglo, subsiste de maneras variadas en mayor o menor intensidad, en casi todo el mundo. El reconocimiento de los derechos de la mujer también parece estar pasando por un auge en este momento en que varios puestos de poder son ocupados por exponentes de ese género. No obstante, ya hubo períodos y sociedades en que las mujeres ocuparon un rol social de tanta importancia como el del hombre, pero eso quedó tan profundamente sepultado que lo que hoy ocurre aparece como un avance sin precedentes.

Si la memoria del ser humano pudiera alimentarse de las memorias de los individuos que lo precedieron, remontándose generación tras generación hasta el origen, probablemente sería desalentadora la repetición de esos intentos truncos de crecimiento de las ideas libertarias en dirección a una sociedad más justa. Da la sensación de que la libertad siempre juega a las escondidas con los hombres, y de que las pocas veces que se la encuentra hay que aprovechar al máximo esos períodos que son breves como lo que dura un fruto maduro en el árbol.

Nota republicada, la original se posteó el 16 de abril de 2012.

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