top of page

Hacer sin pensar


Philip Petit caminando entre las torres gemelas



Existe un hacer sin darse cuenta que es el estado más precioso. No es el desparpajo o el automatismo. Es un grado de conciencia en el que todo se suelta. A menudo llega después de un esfuerzo sostenido, incluso por años.


Cuando leés, por ejemplo, no te das cuenta de que estás leyendo. La actividad de la lectura, el ejercicio estricto de sumar las letras y entender cómo esos sonidos van amalgamándose y afectándose unos a otros..., todo eso fue difícil durante meses o años, y en algún momento pasó a ser apenas un puente para acceder a los contenidos. Automatizaste una tarea que te permitió abrir otra puerta.


Cuando te das cuenta de lo que estás haciendo, lo arruinás. Si leés concentrándote en cada letra, pensando en cómo se lee, repasando mentalmente las instrucciones que ya aprendiste, te abstraés del contenido y te trabás. Sabés hacer mejor eso que automatizaste si no lo pensás.


El pensamiento es una herramienta excelente para resolver una cantidad de problemas, pero para otro universo de asuntos no sólo es inútil, sino que traba el proceso.


A veces me acuerdo de esto. Intento dejar de esforzarme por un momento, trato de parar el pensamiento y que otra cosa fluya, y es parecido a dejar de aguantar: viene un alivio gigante. Y algunas gloriosas veces...


Entradas destacadas
Entradas recientes
bottom of page