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¿Existieron las sociedades matriarcales del neolítico?


Mujeres cretenses

Al final de una de sus siete noches de conferencias, la dedicada a la poesía, Borges abre una pregunta: qué es lo auténtico. Habla de tres admirables y brevísimas poesías que encontró en un escrito de Rudyard Kipling, tres plegarias de los marineros fenicios (cito dos: “Duermo, luego vuelvo a remar”, es decir, el marinero no imagina otro posible destino. El segundo, “Madre de Cartago, devuelvo el remo”, es la expresión del que solo concibe la vida como navegante, nos lanza a también a la percepción de que hay una misión que cumplir, y un eterno retorno).

Pero más allá de lo fascinante y sintético de estas plegarias, me interesa la sospecha borgiana. Él se pregunta, casi con vergüenza, si no habrán sido compuestas por el propio Kipling, si no habrá ahí una impostura literaria. E inmediatamente lo asalta la otra pregunta, ¿qué tendría eso de malo? Tanto los marineros fenicios, en el primer siglo de nuestra era, como Kipling en el siglo pasado han muerto, y el texto que nos llega es igual de potente. Borges dice: “Creo que es un error estudiar la literatura cronológicamente. Si Virgilio hubiera escrito esta mañana sería tan admirable como en su época.”

Cuando hablo y escribo sobre matriarcalismo, me pregunto si no estamos creando algo en vez de rescatarlo. La pregunta de si existió un momento de inocencia matriarcal que atravesó una gran cantidad de asentamientos agrarios en el período neolítico de pronto se vuelve un asunto de la mayor importancia, y arqueólogas como Marija Gimbutas o historiadores como Robert Graves son puestes en el altar o condenades al anatema.

En India no existe un estudio cronológico preciso. Se afirma la existencia del sabio Pátañjali en diferentes fechas de un período tan vasto como seis siglos. Para colmo de confusiones, las personas se nombran a sí mismas con el nombre de quienes las inspiraron, como continuadoras de su trabajo. ¿Cuántas habrán sido?

Y después de todo, en ese final de charla Borges cita a un poeta hindú: “El Himalaya es la risa de Shiva.” Y me da la sensación de que esa risa, a un tiempo de Shiva y de las montañas, es la risa inmemorial de los gigantes. No descarto que sea dedicada a nosotres, seres occidentales de todos los tiempos, como quien se ríe de unes niñes que hurgan en el pasado obsesivamente en busca de confirmaciones.

Paul B. Preciado habla de ficciones políticas refiriéndose al hombre, a la mujer, al heterosexual, al homosexual. Ficciones que, a diferencia del Quijote, están vivas. Si el matriarcalismo es una ficción política y si vive o no, queda en nuestras manos.

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