Reproducción colectiva

Forest Spiral (Darmstadt, Alemania), idea del arquitecto y pintor Hundertwasser

¿Qué es reproducirse colectivamente? Ciertamente no es que cada dupla hombre-mujer de un grupo tenga hijes. Es dar a luz como comunidad. Hay tantas tareas para repartirse, que no me extraña que actualmente los retoños de cada pareja nazcan y crezcan como se pueda, con lo que se pueda. Podría ser tanto mejor.

Nuestra arquitectura urbana nos encierra en minúsculas células familiares. Llegó el confinamiento y nos encontró conviviendo con una persona, con dos, con cinco… Un puñado de nosotres estamos en compañía de veinte, menos de nosotres aun veríamos esa convivencia como seductora (nuestros apetitos convenientemente moldeados nos fuerzan a “desear la norma y repetirla”, como dice nuestro querido Paul Preciado). ¿Quién anhela una casa de veinte o de treinta? ¿Quién quiere cuidar de semejante familia?

Nuestra mezquindad nace de la imposibilidad de concebir que, en una familia de ese tamaño, los roles se distribuyen, las voluntades se diversifican, hay para todos los gustos. Nace también del paradigma de aprovechamiento urbano, de ahorro del espacio, porque no tenemos el hábito de extendernos en horizontal. Claro que eso nos haría estar más lejos de los millones de moradores actuales de las grandes metrópolis, pero por otro lado alentaría la formación de lazos comunitarios más fuertes.

Nadie sentiría que la reunión de consorcio es el último compromiso al que se quiere asistir, porque sería un encuentro de amigues, de padres, de hijes, de amantes, para deliberar en conjunto cuáles son las condiciones de vida que elegimos para aquelles que realmente nos importan.

Deberíamos aventurarnos a imaginar una nueva distribución de los espacios, las distancias entre cuartos, el ancho de las camas… Estoy ansiosa por ser parte de la comisión de arquitectes del futuro.