Sobre el uso de lenguaje no binario
Al vivir en este milenio y escribir, me enfrento al desafío contemporáneo -más o menos difundido en las diferentes regiones del globo- de nombrar a las personas a quienes me dirijo y de quienes hablo de manera tal que ninguna quede afuera.
El modo binario de hablar de las personas (hombres y mujeres, humanas y humanos, etc.) resulta insuficiente para reflejar la multiplicidad y variabilidad de géneros. Primero, la “x” vino en nuestro auxilio. Pero al escribir “lxs humanxs”, pasaba al lector oral la incómoda responsabilidad de asignar un sonido a una letra comodín.
Cuando escribo “les alumnes” me refiero a quienes están en situación de aprender. Cuando digo “les profesores” incluyo a quienes están en situación de enseñar. Claro que esto presenta nuevas dificultades, casos específicos, excepciones a la regla (que casi no pueden llamarse excepciones, de tan recién nacida que es la regla). Lo importante es que quiero hablar de y para las personas, sin importar su género.
Pido disculpas si la lectura se dificulta por la convención que elegí. Al fin y al cabo las convenciones cambian, pero lo importante es el acuerdo momentáneo que se establece entre quienes nos comunicamos.
Si el mensaje tiene su valor para quien lee, confío en que logrará abrirse paso entre las extrañezas de una “e” presente en lugares inusitados, así como entre las banderas que amenazan con adueñarse o rechazar para siempre unos usos que inevitablemente terminan siendo efímeros. Hoy elijo esta forma; mañana espero sorprenderme con nuevos hallazgos idiomáticos, mejores soluciones a los antiguos problemas, o con el surgimiento de otros desafíos, o más probablemente, con la revelación de insuficiencias ya presentes en nuestra lengua e invisibilizadas por la pátina de la costumbre.
Como todos los meeting points, no se sabe a ciencia cierta si las personas acudirán a la cita… pero acá las espero.