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Hablar fácil

Hexagramático (serie Klammer), de Roberto Elía

“Hablá de tu experiencia personal”. Entiendo la finalidad, crear empatía. Entiendo también la efectividad de ese método, pero no me funciona. Veo limitación donde otres ven alas, veo sentimiento por todos lados, y el problema de sentir es que opaca. Se siente muy bien, pero arma un corral que impide ver alrededor. Empatizás siempre con un punto de vista, difícil empatizar con varios al mismo tiempo. Me dirán que todo eso puede ser generado, desde la estrategia que consiste en socializar la experiencia personal.

No estoy segura. A mí me gusta la experiencia impersonal. La ropa sin cuerpo, una operación fantasmática que consiste en disfrazarse por un momento, adoptar esos trajes y después sacárselos, sin lastre. Ejercitar la adopción momentánea de otros puntos de vista sin el recurso de la com-pasión, la com-prensión, la com-pulsión… No es que no me guste ese prefijo latino que indica en compañía, en colaboración, solo me cuestiono si es la forma única de enseñar en este momento histórico, para cierto puñado de generaciones.

“Empezá con una anécdota personal”, “contá tu historia”… Hay una avidez por lo personal que me hace sospechar: ¿es realmente aprender lo que se busca, o curiosear en la vida de les demás? Me pregunto si esta manera de aprender no será un deseo de transformar el conocimiento en pasatiempo. No sé si habrá algo de malo en eso; pero levanto la mano cuando se trata de apoyar la transmisión del conocimiento desde el desafío poético, desde el acertijo que vela algunas ideas y revela otras, desde la puerta que se abre a las mil opciones, desde el pensamiento que se rehúsa a anclar en lo personal todo su potencial abstracto.

¿Hablo difícil?

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