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Craquelé


Hace unos días mencioné que estamos en el postpatriarcado. En mi familia, con mis amigues, en mi profesión, no nos regimos por los principios que durante milenios impidieron el desarrollo de las mujeres y cercenaron la libertad de los hombres. Hombres, mujeres y todes aquelles que no nos identificamos con ninguno de esos bandos, en mi lugar, ejercitamos el arte de desencajar de los moldes, que por otra parte ya están profundamente craquelados. ¿Por qué no decir que estamos en el matriarcado? Basta el consenso de un grupo, una pequeña comunidad, para inaugurar un nuevo ciclo de convivencia embebida en los verbos de lo matriarcal: cuidar, nutrir, liberar, compartir, generar... Porque falta un recorrido de construcción, que sucede a la identificación de que lo pasado ya no satisface. El postpatriarcado es este momento de transición en que algunas comunidades se encuentran, en que lo que sigue aún no se corporizó, pero lo anterior ya dejó de tener sentido.

Hay otros verbos; hay también otras visiones. Pluralizar podría ser un verbo del matriarcalismo. También podríamos liberarnos del rótulo "matriarcalismo" y crear otro nombre, para corrernos de lo binario. Sin embargo nos perderíamos un acervo de inspiraciones acerca de cómo hacer las cosas, un cúmulo de experiencias que otres ya transitaron en el pasado, esa palanca de conocimiento empírico que hace toda la diferencia a la hora de dar los primeros pasos.

Hay trabajo por delante. Lo bueno es que en medio del trabajo ya se puede aplicar lo que se aprende, ya se pueden aplicar los verbos que representan (y conducen a) otra forma de relacionarse, otra manera de estar en el mundo con les otres. Y a partir de esos verbos crear nuevos nombres para las cosas, que nazcan de la experiencia de un nuevo contexto.

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