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Yuxtaposición


Ritmo-color, de Sonia Delaunay

(Algo así como la continuación del artículo anterior, Combustible). No cierra, no encaja en el rompecabezas. Y en esa unión de piezas le niñe se demora un buen rato, le busca la vuelta, no se da por satisfecho, prueba finalmente con otra que va perfecto y su semblante cambia en el acto. Aprobación total. Ahora que venga lo que sigue.

Le damos tanta importancia a entender, a que nos cierre, a que encaje, y en definitiva cuando lo logramos pasamos a otro tema. El encaje es la anticipación del fin. Algo así como el orgasmo de los momentos. Tan buscado y tan divisor de aguas.

Un amigo me dijo: cuando entiendo no necesito hacer fuerza. Y es cierto, se evita el esfuerzo de refrenar un impulso cuando son cristalinas sus causas y sus efectos. Ahí une puede pasar a otra cosa. A veces, simplemente no queremos. Buscamos seguir en el desentendimiento, para que en esa penumbra las formas nos engañen, porque la realidad es menos encantadora que nuestra azorada imaginación.

Pero hay algo rico en esa demora, en la obstinación de jugar con las piezas que no encajan, en buscarle la vuelta a esa unión imperfecta en que hay fisuras que podrán en todo caso ser rellenadas por otros materiales o quedar como espacios vacíos. La amalgama disuelve los elementos preexistentes separadamente y da origen a uno nuevo. La yuxtaposición mantiene las particularidades, permite el acercamiento de las personas sin imponer cambios. Te vas y sos tan vos como antes, en completud, no te falta nada. No está mal para explorar.

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