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Lugar, parte XIX


Shiva y Shakti en la forma de Ardhanaríshwara

En mi lugar se pueden confesar las intenciones o mantenerlas veladas. Esa confesión puede interpretarse como un pedido de permiso, o como la oportunidad que se brinda al otre de reafirmarse en su elección de dar libertad.

Las intenciones pueden mantenerse veladas por varios motivos: voluntad de eludir las palabras, incapacidad para poner en palabras dichas intenciones, incertidumbre acerca del destino o durabilidad de determinada apetencia, regodeo en la apreciación solitaria del deseo… En este lugar, los motivos para no compartir una intención pueden ser miles, pero nunca el temor.

Cuando hay rastros de sueño, indicios de hambre, cuando el mundo amaneció nublado, salimos a la calle y buscamos conversar con le primere que se cruce en el camino. Si tenemos suerte podemos dejarnos llevar por sus historias y viajar a un lugar soleado en que el peso de nuestro humor no tenga sentido. Si por el contrario recibimos de le otre apenas preguntas, cuando lo que buscábamos era materia prima para cambiar nuestro paisaje interior, seguimos adelante sin detenernos mucho tiempo a responder, en busca de una persona o animal o cosa que nos mueva. Les moradores de mi lugar son capaces de apreciar una cortesía sin palabras, y nos dejan ir con una complicidad tácita.

En mi lugar se ha descubierto hace poco, con celebratoria sorpresa, que otros lugares con orígenes diversos están arrimando sus costas a las nuestras, sin el fantasma de la mezcla que empasta los tonos, más bien con la expectativa de descubrir colores nuevos.

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