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Incomodidad y trascendencia


Fotograma de la película 2001, Odisea del espacio

Hacer con frío. Hacer en la incomodidad, en condiciones adversas. Hacer lo que sea sin crear el ambiente propicio, sin poder acondicionarlo todo. Que queden elementos fuera de nuestro campo de influencia, incomodidades profundas irresueltas. Hacer con el emocional revuelto por sucesos no asimilados, con inquietudes de la noche y los días anteriores, con cabos sueltos y preocupaciones acerca del futuro.

Buscamos la comodidad, como cualquier animal que instintivamente se acurruca en el rincón más calentito y sosegado. Y ese hallazgo para los animales es perfecto, no necesitan mucho más. Nosotres humanes en cambio precisamos tanto: propósito, exploración, trascendencia… nada de eso encontrás dejándote guiar apenas por la pendiente del placer inmediato.

¿Está mal buscar eso, un rincón donde acurrucarse? En absoluto. Y si lo encontrás, sabé que es más de lo que muchos obtienen en toda una vida. Lo malo es constatar que eso no te llena e insistir obstinadamente en que debería bastar, ser suficiente para la felicidad.

Nada “debería”. No existe tal mandato en términos de generar satisfacción. Claro que podés mirar a tu alrededor y concienciar todo lo que lograste, lo que “tenés”, con una sonrisa de agradecimiento. Sin embargo, si hay algo inquieto adentro, yo voto por calzarse unas botas resistentes y salir a patear el mundo en busca de lo que falta. Si te quedan cómodas, mucho mejor.

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