Dar algo nuevo
Not to be reproduced, de René Magritte
A veces, brindarse es no dar lo que uno quería dar en ese momento, o dar otra cosa. Puede ser que estés regalando toda tu ropa de verano a alguien que tiene frío, y para el que un fardo es un lastre. En ese caso estás dando un problema.
Existe una justificación para ese comportamiento, resumida en la frase “la intención es lo que cuenta”, pero hasta los dichos populares merecen ser revisados. Claro que la intención puede conducir a buenas acciones, sólo planteo la necesidad de pasar con ella a una segunda instancia, la de evaluar el interés del receptor.
¿De cuántas conversaciones fuiste víctima, esas de las que no podés zafar porque tu interlocutor no muestra la menor conciencia de que te está aburriendo? ¿A cuántes aburriste con tu generosa cháchara vertida en un cántaro que ya estaba lleno? Si te hubieras asomado al borde de ese cántaro antes de arrancar con la verborragia, quizá habrías buscado otro recipiente, o te habrías dejado llenar primero.
Algunes piden que des lo que no tenés, y en esas oportunidades surge la opción de aventurarte a buscarlo, aunque en un primer momento eso te parezca absurdo. Estás tan cómodo en la camita y tu acompañante del momento quiere un chocolate… Con el mismo amor con que vas al kiosco en la mitad de la noche podrías salir a buscar paciencia, o comprensión, o cualquier otra cualidad que otre esté precisando. Obvio que eso depende de cuánto te importe esa persona. En última instancia todo depende del grado de relevancia de los actores. Y cuanto más personas se vuelvan relativamente importantes a tu alrededor, más oportunidades de aprender a dar nuevas cosas.