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Menos de lo mismo


Fiesta Orange, de Kim Blair

Pasaron veinte años, y no los primeros veinte. ¿Qué hiciste en este tiempo? La pregunta silenciosa que todos se hacen, que vos te hacés en cada nuevo cumpleaños. Te imaginás la naranja siendo exprimida, el jugo como resultado, más o menos jugo según la naranja, según la eficacia del exprimidor. Y no sabés exactamente a qué corresponde cada elemento de la metáfora, pero te sentís un poco exprimido y un poco desperdiciado, como la mitad de una naranja que se declaró prematuramente finiquitada.

Es posible que quede siempre una gota por exprimir, que nunca sobren el puro hollejo y la cáscara. Es más: probablemente descubras que aún con ese despojo podés hacer ralladura, fruta abrillantada o una cajita para guardar tus recuerdos.

¿Y el jugo? Es ácido, es dulce, es fresco, es amargo, es básicamente líquido, pero de pronto podés llevarte la sorpresa de una pepita sólida o pulposa; tenés la opción de degustarlas o de tragarlas directo, sin sentir nada extra, sin sobresaltos. Aun cuando decidas ignorarlas, de vez en cuando te toca: sin querer mordés lo duro e inaugurás una sensación.

En los últimos veinte años, sean los primeros o los finales, los estrenos se sucedieron en cantidad. Puede que seas de los que se dedican a coleccionar primeras veces, o de los que huyen de las sorpresas, o de los que se encuentran en un punto intermedio de los infinitos que existen entre esos dos extremos. En cualquier caso, en cualquier tramo podemos esperar más pepitas, más durezas, más dulzuras, pero si nos acostumbramos ⎼por aburrimiento o como defensa ante lo inesperado⎼ a vaticinar más de lo mismo, probablemente logremos tenerlo.

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