Libertad absoluta
Detalle de la Victoria de Samotracia
Das un paso, pero lo que querés es correr. Te llevás a la boca un pedazo, cuando en realidad lo que buscás es empacharte hasta los límites de la saciedad. Y en esa impaciencia por la llegada te perdés de saborear las ganas.
El hambre y la sed, así como extrañar a alguien, son estados no exentos de placer, cuando sabés que después vienen la comida, o la bebida, o el reencuentro. Son la anticipación del disfrute, rica en imágenes que construyen mundos anhelados. Ese íntimo disfrute puede independizarse por completo de los resultados finales.
Y lo mismo pasa con la libertad. Apenas empezás a apreciarla querés llevarte todo puesto, gritar a los cuatro vientos tu victoria, defender esa supuesta conquista que parece absoluta. Y sin querer, lastimás y te tropezás, porque no supiste pasarla bien en el trayecto y recorrerlo con un poco más de calma.
Lo absoluto no es enemigo de lo parcial, es apenas un estado posterior (si es que realmente existe). Mientras te pelees con el helado de vasito porque lo que en realidad querías era un mega cucurucho vas a seguir en el mismo lugar en que estás, ni un pasito más adelante.