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El olvido en tiempos celulares


Estatuas moai en la isla de Rapa Nui

¿Cómo sacarse de la cabeza a alguien? En otros tiempos te alejabas físicamente y ya estaba. Hoy, si querés reproducir ese exilio autoimpuesto, tenés que desinstalarte varias aplicaciones del teléfono y resistir a la tentación de dar un paseo por las redes sociales. Tal vez sea un punto de partida interesante para aprender algo.

Depositamos en el olvido una expectativa curativa. Puede funcionar, y también puede que no. ¿Qué otras maneras existen de curarse una pasión, cuando no está la posibilidad de dejar de percibir (con alguno de los sentidos, aunque no sea con todos) a quien parece ser la fuente momentánea de nuestras angustias? (Nunca es la fuente, y por otro lado nunca parece ser momentánea, en la actualidad siempre es eterna, aunque después termine).

La forma opuesta a salir de todas las redes sociales es abrir todas las ventanas. Saturación de actividades, vida social, trabajo, aunque algo de todo esto (o todo) se lleve a cabo en ámbitos compartidos. Puede parecer kamikaze, pero eventualmente hace crecer un callo.

Muchas veces pensamos que nos estamos cuidando o que cuidamos a otres a través de restarnos o restarles a la exposición cruda. Por no producir una herida intensa que eventualmente cicatrice, seguimos alimentando una urticaria perpetua. El dolor es soportable, pero no termina más.

El que avisa no traiciona. Dar o recibir un mensaje claro es una de las acciones más generosas de las que ser parte. “No quiero más” es un mensaje que podemos llegar a dar y a recibir, y cuanto antes aceptemos ese punto de partida, antes vamos a lograr reincorporarnos al intercambio de afectos múltiples ⎼familia, amigues, otros amigues⎼ que tal vez por un tiempo los había excluido.

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