Una pizca de culpa
Una hoja de papel A4 hecha una bola, de Martin Creed
Hago una práctica larga, me tomo todo el tiempo necesario, y esta sensación magnífica de derroche me despierta una pizca de culpabilidad. ¿Serán este placer y este lujo inmerecidos? ¿Por qué? (Como si no debiéramos aprovechar, en este breve lapsus vital, todo lo que nos envuelve, y dejarnos abrazar.)
La culpa, como todos los sentimientos desagradables, me tienta a investigar sus utilidades evolutivas. En algún momento debe haber servido experimentar culpa, incluso hoy mismo puede que la culpa sea una aliada para desarrollar algún potencial escondido. A ver: existe una relación de causalidad entre la irresponsabilidad y el sentimiento de culpa. Eso me lleva a pensar que, en principio, cuanto más responsable seas, menos culpa vas a sentir. Y en ese aspecto entiendo la finalidad de atravesar cierta picazón de incomodidad cuando se derrocha un tiempo que podría ser dedicado a otres, o a otros asuntos propios que son prioritarios.
Lo que me enciende una alerta interna es que la culpa se manifieste en las actividades indispensables de la existencia, que por supuesto son varias, y al mismo tiempo cada una debería ser plenamente protagonista en el momento elegido para dedicarle. Considerando que practicar, para mí, es una elección existencial que me da placer y me lleva más cerca del lugar en que quiero estar, ¿qué sentido tiene hacer competir la práctica con la convivencia, que también es una actividad prioritaria en este momento, pero que ciertamente debe encontrar su propio horario en el día? Tal vez estoy dando un lugar de relevancia a más cosas de las que entran en veinticuatro horas. Probablemente puedo jerarquizar ese orden de prioridades y determinar cuáles son las infaltables, las que hacen que mi día valga.
Una vez hecho esto, cada vez que viene la culpa a visitarme como un avioncito de papel que me interrumpe en alguna tarea, la miro, la desarmo, y si estoy segura de que no contiene ningún mensaje importante, la hago un bollito y la descarto, sin perder tiempo, porque tengo muchas cosas que hacer.
