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Pecado original

Detalle de Adán y eva, de Lucas Cranach el viejo

Abro la ventana. La medianera del edificio de enfrente está más cerca de lo esperado, se siente como cuando el cuello de la camisa te aprieta el cogote. Arriba, un cielo radiante cuya luminosidad no llega a la habitación, que sin luz artificial permanece en la penumbra.

Sabemos que las cosas que hacemos repercuten en el resto del universo de una forma u otra pero no sabemos exactamente cómo. Y en realidad qué gracia tendría si así fuera, saber el resultado antes de realizar cualquier esfuerzo. ¿Cuánta emoción hay en la incertidumbre? a veces queremos eliminar la cuota de incerteza sin imaginar lo caro que puede llegar a ser quedarse sin intriga, conocer de antemano los pasos y los destinos.

Si hubieras sabido… ¿habrías actuado diferente? Ese conocimiento de las consecuencias te habría pesado como un cerrojo al cuello, como el cuello apretado de la camisa, como la medianera demasiado próxima, pero puede ser que aún así actuaras de la misma forma. Una obstinación fuera de todo análisis, que queda en el área de las ganas, el capricho y la rebeldía sin causa.

Conclusión: si tuvieras conocimiento anticipado de los resultados, el futuro funcionaría como la regla que más querrías eludir, lejos de llegar a ser una prudente advertencia para el buen comportamiento.

Entonces se te concede el don del libre albedrío, de la percepción asociada a ocupar un punto en el tiempo, que ignora lo que viene y conoce imperfectamente lo que fue. Se te brinda la oportunidad de cometer el error y aprender.

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