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Sed de superación


¿Por qué hacer las cosas de la mejor manera posible? ¿Por qué buscar ser hoy mejor que ayer? Claro que si uno se pregunta eso es porque no le seduce la idea. Venderle ese concepto sería como ofrecerle agua al que no tiene sed. Es algo con lo que se nace, o que se hace, pero no sé cómo se hace si no está.


La cuestión es que ese motor mueve a las personas que mueven el mundo. Algunos lo mantienen encendido las veinticuatro horas, otros lo encienden algunos días, otros nunca. Hay algunos que enganchan su vagón a una locomotora y otros que se sueltan porque quieren dejar de estar en movimiento. Todos buscan su lugar en las vías y a menudo las distintas velocidades ocasionan choques. Y cuando hay una colisión es muy difícil determinar quién fue el responsable, si el que iba lento o el que iba rápido; probablemente buscar un responsable sea ridículo, como una pretensión de justicia en la naturaleza.


En ese avance arrítmico lo más fácil es asociarse con los que siguen el mismo paso, mirar por la ventana y hablar del paisaje compartido. Pero a veces uno se cruza por un breve lapso con los que están por ahí parados, e incluso con los que van en sentido contrario, y hay una sintonía por el simple hecho de compartir ese momento, esa vía, ese paisaje fugaz. Y puede ser realmente mágico entrar en esa nueva velocidad por un ratito, ponerse en los zapatos de otro, mirar por la ventana con ojos vírgenes. Sólo hay que resistir la tentación de ofrecerle nuestra bebida al que no tiene sed.


Imagen: Ideas claras, René Magritte

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